jueves, 22 de septiembre de 2011

OCTUBREDOSE11 PROCESOS DE RESILIENCIA EN UN ENCUENTRO CON EL ARTE CONTEMPORANEO


EL QUE TIENE TIENDA... QUIEN LA ATIENDA



“La práctica de la vecindad se entenderá como una red social que se establece entre un grupo definido,  en este caso son los habitantes de un barrio popular. Abarcará como elementos a esta práctica, el conjunto de obligaciones y deberes, actividades y luchas que se dan entre los individuos y que se generan a partir de su identificación en un espacio concreto”.
Jhon Muñoz: ensayo sobre un barrio popular. 1980

Ya sea la cuadra que es un fragmento de ciudad que tiene vida en lo popular cuando sus pobladores  venidos de pueblos, veredas y de otros sectores de la ciudad la habitan con sus complejidades: riñas, conversas, juegos, apuros y demás…  La calle que es  de todos y de nadie, un lugar de encuentros y desencuentros, la calle entrando a la casa -MASAMOOORRA-, la casa entrando y saliendo  a la calle- EL CHISME-, es la esquina estratégica , de encuentros, de vigilancia, que se mueve, quienes vienen, quienes van y LA TIENDA de la mitad o de la esquina de la cuadra, escenario universal de la calle que  es el alma vibrante de colores internos y externos, ondulantes, lisos, mestizos, opacos y escandalosos que se visibilizan allí.
La tienda es el espacio finito que comunica lo cotidiano, los que están y no están, es la opulencia de la quincena o el menudeo con libreta de entre semanas, es el refugio de diálogos entre unos tragos o es la prudencia en los cruces “raros” de sus habitantes jóvenes y permanentes de este lugar dimensional, también es el encuentro de generaciones llenas de olor a hierba, pólvora, tufos y sangre. La tienda es el negocio familiar que por decisión o necesidad se convirtió en la alternativa económica de todos sus miembros, allí los productos caseros como las empanadas, los buñuelos, las arepas,  las bolsas, etc. son parte del surtido. Del cajón han salido los pasajes, las fotocopias, el vestido y la formación de muchos profesionales y artistas.
Este necesario lugar aunque se pretenda cambiar actualmente por los mini-mercados es quizás el referente más popular y barrial que tiene Fredy Serna quien de niño junto con su hermano surtían de bolis, de parva las vitrinas y la nevera  del granero (llamado también así por su herencia campesina) o siendo el reemplazo de su padre, el tendero, a la hora del almuerzo o los fines de semana.
La tienda es un dibujo a lápiz mirado 2 sobre un octavo de cartulina blanca, la misma sobre las que se hacían las carteleras en nuestro bachillerato. Dibujado en 1989 época en la que ya a su mayoría de edad Fredy acompañaba, ayudaba y cuidaba a su padre en la tienda en un contexto de violencia en su barrio, en su ciudad. Dibujado en un fin de semana que su padre lo dejo a cargo del negocio en época de vacaciones después de sus clases de arte en el CASD, algunos años después lo pintaría para su taller central en la Nacional luego seria expuesto en el SALÓN DEL MAGISTERIO recibiendo un premio en este. La pintura, un tríptico acrílico de gran formato llegaría después a ser parte de la colección particular de una importante constructora, junto con su reproducción de 500 copias en foto-serigrafía, pero allí no terminan las posibilidades de una obra de reinventarse cuando en 2005 la tienda misma es pintada en un muro de la comuna 6 en el barrio la esperanza junto con un grupo de artistas y estudiantes acompañado de un video-documental realizado por el documentalista y artista Luigi Baquero con el cual participa y es premiado con el primer premio del SALÓN REGIONAL DE ARTÍSTAS.
Para un sector de los antioqueños el cuadro del artista Francisco Antonio Cano “Horizontes” es un referente de pujanza y de colonización paisa, así como el corazón de Jesús no puede faltar en las salas de las casas, es entonces para Serna, atrevidamente LA TIENDA el espacio más intimo de su relación con el barrio, con la comuna, la zona y la ciudad.
juancano







Octubre Doce11

La Corporación Comunitaria Hola Compañía, que desde hace varios años se ha dado a la tarea de coordinar la Casa de la Cultura del barrio Doce de Octubre, presenta este nuevo proyecto que a su vez se inscribe en una de sus principales líneas de acción cuyo marco general es el trabajo por el Arte y la Cultura en la Comuna seis de la ciudad de Medellín. Octubre Doce es una propuesta curatorial que busca establecer estrategias de acercamiento de las diversas expresiones del arte contemporáneo respecto de comunidades específicas, que de una manera no poco frecuente, han experimentado un cierto nivel de aislamiento en relación a las manifestaciones que se han considerado largamente como las más conspicuas por parte de la producción cultural. Superado ya el debate clásico acerca de la separación sociohistórica entre la producción de la alta cultura y la cultura popular, lo que se busca justamente es dar cuenta de esa relación vinculante que en oposición al debate clásico, se plantea a través de una preocupación por la generación de nuevos públicos para la confrontación de las prácticas artísticas contemporáneas, en relación directa, no por demás, con los contextos que las producen y con los agentes que las legitiman.  La producción de expresiones estéticas en tiempos actuales demanda una comprensión de su papel transformador en el sentido del vínculo directo que se configura entre el surgimiento de sus fundamentos formales y el escenario social que los produce. 

A la pregunta ¿Hacia dónde y hacia quién apuntan las expresiones artísticas producidas en nuestra ciudad? Nuestra propuesta intenta aventurar una serie de respuestas que propendan por una reflexión constante entre la producción de las formas artísticas que en la actualidad tienen lugar en la ciudad y el país, respecto de los contextos urbanos y las formas de vida que las posibilitan. De esta forma, se espera que las reflexiones en torno a los espacios para el arte en los sectores populares de la ciudad, se constituyan en una fuente de significación renovadora que disponga no sólo nuevas oportunidades para el encuentro entre las artes y sus públicos, sino también, que ofrezcan alternativas para generar nuevas propuestas que planteen una comprensión de la cotidianidad de nuestra ciudad como referente indisociable para la producción artística.

Con base en estos criterios, cada año Octubre Doce se propone ofrecer una oportunidad de abrir nuevos escenarios para la producción del arte en la ciudad, que tenga como colofón la vinculación de nuevos públicos que a su vez le confieran un sentido al desarrollo de nuevos referentes estéticos. Los barrios populares de la ciudad de Medellín y particularmente la comuna seis Doce de Octubre, se erigen como referentes en tal sentido, abriendo un fructífero horizonte para la reflexión y convirtiéndose en un escenario que se muestra deseoso para su exploración. 

Octubre Doce/11
Luego de una suerte de esperanzadora calma que de manera intermitente hemos experimentado las comunidades de los barrios más populares e históricamente más vulnerables de la ciudad de Medellín, en tiempos actuales asistimos a una especie de reminiscencia producto de diversos factores que retrotraen aquellos momentos de expresiones violentas que al parecer no nos abandonan. Es ahora evidente que en el último año el recrudecimiento de la violencia ha marcado nuevamente la cotidianidad de las comunidades que se han dado en nombrar como las más vulnerables; la presencia nuevamente de jóvenes y niños entregados al dominio de las armas como alternativa de vida, el silencio como la imposición de un velo que nos obnubila el panorama y, por supuesto, la muerte que como corolario de tales expresiones no se hace esperar; son situaciones todas que indiscutiblemente nos exhortan si no a soñar en la utopía de la reconciliación, sí cuando menos a una reflexión profunda.

Respecto de este renacer del sufrimiento que experimentamos hoy en esta, una ciudad que sabe de violencias, hemos aprendido sin duda a disfrutar -acostumbrándonos- de tal situación que ya da visos de espectáculo. Con el aislamiento que genera el silencio y la indiferencia de la mayoría, hemos sabido, a lo mejor de manera inconsciente, desarrollar una sólida coraza que ha conseguido al parecer que el dolor y la angustia del otro no entren más en el horizonte de las preocupaciones estéticas, así por lo menos en el panorama local. Hemos de tal modo generado un sinnúmero de estrategias de escapatoria a través de lo que parece ser el desarrollo de un cierto nivel de tolerancia. Y de esta tolerancia al dolor producto de la violencia no se escapa nadie. Todos hemos sido cómplices. A lo mejor por pretender un olvido que lo único que ha podido generar es cada vez más represión de aquello que en nosotros pugna por exteriorizarse.

Los barrios populares de la ciudad han aprendido no poca cosa acerca de las represiones, se ha venido observando con una impavidez abrumadora de qué manera día a día la cotidianidad de estos sectores es atravesada por el dolor de la pérdida, por la impotencia, por la desazón que produce la indiferencia, por la incertidumbre que genera no encontrar alternativas ¿Cómo reponernos de la angustia por la pérdida de un hijo, de un hermano, de un padre, de un vecino? ¿Cómo levantarnos luego de perder la tranquilidad de un hogar constituido con http://comunamic.260mb.com/1024x768/ciudad_norte/ciudad_norte.htmesfuerzo? Estos son algunos de los dramas cotidianos que sellan el devenir de una comunidad que sufre intensamente por la pérdida y el aislamiento. Se pierde los seres queridos, se pierde fácilmente lo que ha requerido de años para ser construido, se pierde la identidad, se pierde la libertad.

Así pues, la formulación de nuevas iniciativas que tengan como objetivo confrontar a través de la reflexión estas condiciones actuales en las que se ha visto recientemente imbuida nuestra ciudad, y particularmente la comuna seis, se constituye para nosotros en una necesidad de insoslayable compromiso. La manera en que Octubre Doce se propone invitar a la reflexión por el devenir aislado de nuestras comunidades, es través de la estructuración de propuestas que tengan por objetivo la concepción de posibilidades de vida distintas, que las condiciones actuales han impedido al menos imaginar. Se plantea, en suma, proyectar nuevas visiones del mundo que a través de la exploración formal propia del arte contemporáneo tengan como principio la resiliencia por la pérdida en el sentido antes expuesto, y como punto de llegada la negación de la violencia.

De esta manera Octubre Doce pretende hacer un llamado al arte: ¿Será posible acaso presentar alternativas de vida a través de las formas artísticas a aquellas comunidades que parecen ya haberlo visto todo? Queremos invitar ahora a la indagación por las posibilidades de abrir una nueva perspectiva que no se agote en discursos aislados de su contexto natural, que tengan, antes bien, un objetivo claro para confrontar las expresiones de violencia encarnadas en el dolor de las personas que deambulan por la cotidianidad de los barrios. ¿Pero cuáles son aquellos escenarios naturales para la confrontación de las personas y su dolor por la pérdida? La cotidianidad de los barrios marca cada espacio con una impronta particular: la cuadra, la esquina, el parque, la tienda… en fin. De múltiples maneras podríamos caracterizar cada espacio y establecer la dinámica que los define. Sin embargo, la definición de los espacios cotidianos para el encuentro con el arte dentro del barrio, más allá de los límites donde históricamente el arte se ha sentido tan cómodo, deberá hacer parte de la propuesta que busque un acercamiento concreto y ganará así contundencia según sea el escenario.

En este sentido se plantea pensar sobre la base de estas cuestiones ¿Es posible una reconciliación luego de experimentar el horror? ¿Puede el arte más allá de cualquier simplificación en tanto que herramienta pedagógica o en cuanto que estrategia terapéutica, aportar una nueva visión del mundo que permita recuperar espacios para la reflexión respecto de la pérdida y el olvido?
Como ya debió haberse intuido, no se trata de convertir pacientemente el sufrimiento en concepto estético para verlo expresado a través de formas artísticas. En otras palabras, no bastará sólo con estetizar bien sea el dolor, la pérdida o la angustia, se hace necesario ahora confrontar todo ello con una realidad que efectivamente duele. No basta únicamente con elaborar discursos y construir narrativas sobre lo ya ocurrido, es necesario, además, procurar remembranzas por lo que aún no ha acaecido. Es una posibilidad que se plantea hoy para el arte de nuestra ciudad, que en última instancia procure por mostrar los diversos caminos de una vida esperanzadora que reclama, en todo caso, experimentar una nostalgia por lo no ocurrido.


miércoles, 18 de mayo de 2011

paisajes urbanos

El concepto de espacio público se adecua a ese concepto de lo colectivo y se coloca conceptualmente en las antípodas del de comunitario. El espacio público se parece a cualquier cosa menos a un territorio, en el sentido de que no es un marco con límites y defendible, que alguien se puede arrogar como propio y cuyo acceso es por definición restringido, dado que en él se reserva el derecho de admisión. Al contrario, ese espacio público no es otra cosa que la posibilidad inagotable de reunir, lo social manos a la obra, por así decirlo, en un dominio en que cualquier dominación sería inconcebible.


paisajes urbanos

El concepto de espacio público se adecua a ese concepto de lo colectivo y se coloca conceptualmente en las antípodas del de comunitario. El espacio público se parece a cualquier cosa menos a un territorio, en el sentido de que no es un marco con límites y defendible, que alguien se puede arrogar como propio y cuyo acceso es por definición restringido, dado que en él se reserva el derecho de admisión. Al contrario, ese espacio público no es otra cosa que la posibilidad inagotable de reunir, lo social manos a la obra, por así decirlo, en un dominio en que cualquier dominación sería inconcebible.

domingo, 24 de abril de 2011

fredyserna: NADA DE ARTE

fredyserna: NADA DE ARTE: "El Medellín del Pintor



por Iván Hernández



F r edy Serna vive en la comuna noroccidental de..."

FREDY SERNA El pincel de la ciudad

Fredy Serna: el pincel de la ciudad
Fredy serna lleva a los lienzos su mirada de la ciudad. Un mapa personal que se hace colectivo.
Un trabajo que hace en solitario y comunidad y que siempre gira en torno al arte, una pasión.


Por
Beatriz Mesa Mejía
Medellín


Pintor de ciudad, de barrio, de montañas con casas apretujadas. De la cancha y la terraza, del muchacho que juega y que muere. Fredy Serna nació en Medellín. Sus calles las ha recorrido con alma de pintor.

Desde su taller en el barrio Castilla, donde nació y creció, se observan calles empinadas, casi imposibles, y paredes de casas arrumadas. Lleva ese mundo a la tela y ha sabido cautivar con sus colores en rojos, azules, amarillos; con esas formas semiabstractas que todos reconocen.

Es un solitario, casi silencioso. Es un oidor de historias, de las cotidianas y las extraordinarias, de las que cuentan en su barrio y en los salones de clase. De esas que alientan y de las otras que espantan. El tema urbano, de su entorno, lo empezó a trabajar desde principios de los años 90. "No se si fue casualidad, un encuentro o azar", dice Fredy al advertir que fue una época donde la temática urbana estaba en producciones literarias, visuales, académicas. Y faltaba el pintor.

Personajes como Víctor Gaviria, Alonso Salazar, Fernando Vallejo mostraron su interés por las laderas, pero él siente que se hacia desde una mirada externa. Y fue entonces cuando se encontró con la obra de Elí Ramírez, "un literato o un poeta que de alguna forma ya había pintado lo que yo pretendía pintar". Y que además, hablaba desde su interior, "él creció acá y su obra me sorprende porque cuando conocí sus libros encontré la historia del barrio, cómo crece, cómo son sus calles... de alguna manera, me afianzó su poética".

Ese encuentro lo llevó a conocer personas con preocupaciones semejantes a las suyas, tanto en lo social como en lo político. "Fue un hallazgo, fue la posibilidad de profundizar más y de conocer más". Y es que la idea que Fredy tenía era la del pintor alejado, sumergido en el taller.

Decidió entonces, ser ciudadano, ser pintor de ciudad, pero desde adentro. Eso lo ha llevado a realizar un trabajo en solitario y en comunidad, con jóvenes que son sus alumnos en la Universidad de Antioquia y en el Instituto de Bellas Artes y con sus vecinos en el barrio que están interesados en el arte, la música, el teatro. Por eso también fundó un periódico, Común...@, con un grupo de profesionales de distintas áreas y que tiene como área de influencia la Comuna nororiental.

Se lo ve con su libreta de notas, y también registrando en su memoria, para luego plasmar lo que ve y lo que siente, en pinturas que también están cargadas de voces, de las voces de la ciudad. "Una imagen que veo en cinco segundos, luego la plasmo. Es un ejercicio. La memoria solo es posible a partir de los sentidos, de la percepción y la fantasía. Eso es la imaginación, una mezcla de memoria, fantasía, sentidos y percepción".

¿El arte para qué?
"El arte debe tener fundamentalmente un solo compromiso: el arte. Pero uno como individuo se compromete con su entorno, que no solo es mi barrio, es mi ciudad y también es mi país. Uno se involucra en eso sin darse cuenta. Y adquiere unos compromisos. Yo era un pintor alejado, pero cuando empiezo a trabajar con otras personas, el compromiso se hace con la comunidad y es un compromiso desde ahí, desde el arte. La responsabilidad de uno está en lo que hace con la pintura. Pero no se debe tener pretensiones políticas".

¿No va a cambiar nada?
"Lo importante del artista con la sociedad es que nosotros somos testigos excepcionales de nuestra propia historia, y eso no lo podemos evitar. Eso de una u otra forma se transmite consciente o inconscientemente, pero no es tener la pretensión de hacerlo, sino dejar que aparezca, que surja".

Y ¿cómo ve Fredy la ciudad?
"La ciudad que yo veo físicamente es la ciudad que tengo al frente y que es el nororiente de Medellín, pero esa ciudad es como si fuese un espejo que refleja la otra, somos iguales, pero hay algo que nos diferencia... Me sorprende ver el mapa de Medellín y ver que entre el nororiente y el noroccidente somos más de la mitad de la ciudad, en el treinta, máximo el cuarenta por ciento del territorio urbano. Somos esa parte de la ciudad de la que todos hablan, pero que nadie conoce... o no, que conoce más de la mitad de la población. Somos la ciudad de la que sobrevive la otra, donde están los trabajadores, los obreros, los empleados, los constructores y los consumidores de la ciudad. Y esa parte de la ciudad no recibe lo que ella da. Falta educación, entidades culturales, salud. Falta creer, falta que el Estado y la empresa privada construyan bienestar".

Fredy, que hoy habita otro espacio de la ciudad, aunque nunca abandona el barrio donde creció, donde vive su familia, donde está su taller, dice que "los jóvenes tienen esperanza" y piensa en los que se resisten a perder el ánimo desde arte. "El arte puede ser más democrático. En el arte no hay que ser el mejor, hay que ser uno. Es necesario abrir opciones desde el arte y desde la educación".
Antecedentes
Horizontes urbanos que se transforman y proyectan
Fredy Serna es bachiller en artes del Centro Auxiliar de Servicios Docentes de Castilla y Maestro en artes plásticas de la Universidad Nacional. Durante su carrera tuvo influencia directa de sus maestros arquitectos, de tal forma que el interés por lo urbano también surgió de allí. No fue fácil para él entrar a la universidad con un interés por la pintura, pues en la carrera se hacía énfasis en otros lenguajes plásticos. Aún así demostró con trabajo que lo suyo era la pintura.

El hijo de María y Salvador, el menor de nueve hermanos, ha hecho numerosas exposiciones. La más reciente fue en la Quinta Galería, de Bogotá, donde presentó su serie Cancha, que cambió su temática, aunque sigue marcada por lo urbano.



Copyright © 2002 EL COLOMBIANO LTDA. & CIA. S.C.A.