EL QUE TIENE TIENDA... QUIEN LA ATIENDA
“La práctica de la vecindad se entenderá como una
red social que se establece entre un grupo definido, en este caso son los habitantes de un barrio
popular. Abarcará como elementos a esta práctica, el conjunto de obligaciones y
deberes, actividades y luchas que se dan entre los individuos y que se generan
a partir de su identificación en un espacio concreto”.
Jhon Muñoz: ensayo sobre un barrio
popular. 1980
Ya sea la cuadra que es un fragmento de ciudad
que tiene vida en lo popular cuando sus pobladores venidos de pueblos, veredas y de otros
sectores de la ciudad la habitan con sus complejidades: riñas, conversas,
juegos, apuros y demás… La calle que
es de todos y de nadie, un lugar de encuentros y
desencuentros, la calle entrando a la casa -MASAMOOORRA-, la casa entrando y
saliendo a la calle- EL CHISME-, es la
esquina estratégica , de encuentros, de
vigilancia, que se mueve, quienes vienen, quienes van y LA TIENDA de la mitad o
de la esquina de la cuadra, escenario universal de la calle que es el alma vibrante de colores internos y
externos, ondulantes, lisos, mestizos, opacos y escandalosos que se visibilizan
allí.
La tienda es el espacio finito que comunica lo
cotidiano, los que están y no están, es la opulencia de la quincena o el
menudeo con libreta de entre semanas, es el refugio de diálogos entre unos
tragos o es la prudencia en los cruces “raros” de sus habitantes jóvenes y
permanentes de este lugar dimensional, también es el encuentro de generaciones
llenas de olor a hierba, pólvora, tufos y sangre. La tienda es el negocio
familiar que por decisión o necesidad se convirtió en la alternativa económica
de todos sus miembros, allí los productos caseros como las empanadas, los
buñuelos, las arepas, las bolsas, etc.
son parte del surtido. Del cajón han salido los pasajes, las fotocopias, el
vestido y la formación de muchos profesionales y artistas.
Este necesario lugar aunque se pretenda cambiar
actualmente por los mini-mercados es quizás el referente más popular y barrial
que tiene Fredy Serna quien de niño junto con su hermano surtían de bolis, de
parva las vitrinas y la nevera del granero
(llamado también así por su herencia campesina) o siendo el reemplazo de su
padre, el tendero, a la hora del almuerzo o los fines de semana.
La tienda es un dibujo a lápiz mirado 2 sobre un
octavo de cartulina blanca, la misma sobre las que se hacían las carteleras en
nuestro bachillerato. Dibujado en 1989 época en la que ya a su mayoría de edad
Fredy acompañaba, ayudaba y cuidaba a su padre en la tienda en un contexto de
violencia en su barrio, en su ciudad. Dibujado en un fin de semana que su padre
lo dejo a cargo del negocio en época de vacaciones después de sus clases de
arte en el CASD, algunos años después lo pintaría para su taller central en la Nacional
luego seria expuesto en el SALÓN DEL MAGISTERIO recibiendo un premio en este.
La pintura, un tríptico acrílico de gran formato llegaría después a ser parte
de la colección particular de una importante constructora, junto con su
reproducción de 500 copias en foto-serigrafía, pero allí no terminan las
posibilidades de una obra de reinventarse cuando en 2005 la tienda misma es
pintada en un muro de la comuna 6 en el barrio la esperanza junto con un grupo
de artistas y estudiantes acompañado de un video-documental realizado por el
documentalista y artista Luigi Baquero con el cual participa y es premiado con
el primer premio del SALÓN REGIONAL DE ARTÍSTAS.
Para un sector de los antioqueños el cuadro del
artista Francisco Antonio Cano “Horizontes” es un referente de pujanza y de
colonización paisa, así como el corazón de Jesús no puede faltar en las salas
de las casas, es entonces para Serna, atrevidamente LA TIENDA el espacio más
intimo de su relación con el barrio, con la comuna, la zona y la ciudad.
juancano
Octubre
Doce11
La Corporación Comunitaria
Hola Compañía, que desde hace varios años se ha dado a la tarea de coordinar la
Casa de la Cultura del barrio Doce de Octubre, presenta este nuevo proyecto que
a su vez se inscribe en una de sus principales líneas de acción cuyo marco
general es el trabajo por el Arte y la Cultura en la Comuna seis de la ciudad
de Medellín. Octubre Doce es una
propuesta curatorial que busca establecer estrategias de acercamiento de las
diversas expresiones del arte contemporáneo respecto de comunidades
específicas, que de una manera no poco frecuente, han experimentado un cierto
nivel de aislamiento en relación a las manifestaciones que se han considerado
largamente como las más conspicuas por parte de la producción cultural. Superado
ya el debate clásico acerca de la separación sociohistórica entre la producción
de la alta cultura y la cultura popular, lo que se busca justamente es dar
cuenta de esa relación vinculante que en oposición al debate clásico, se
plantea a través de una preocupación por la generación de nuevos públicos para
la confrontación de las prácticas artísticas contemporáneas, en relación
directa, no por demás, con los contextos que las producen y con los agentes que
las legitiman. La producción de
expresiones estéticas en tiempos actuales demanda una comprensión de su papel
transformador en el sentido del vínculo directo que se configura entre el
surgimiento de sus fundamentos formales y el escenario social que los
produce.
A la pregunta ¿Hacia dónde y
hacia quién apuntan las expresiones artísticas producidas en nuestra ciudad? Nuestra
propuesta intenta aventurar una serie de respuestas que propendan por una
reflexión constante entre la producción de las formas artísticas que en la
actualidad tienen lugar en la ciudad y el país, respecto de los contextos
urbanos y las formas de vida que las posibilitan. De esta forma, se espera que
las reflexiones en torno a los espacios para el arte en los sectores populares
de la ciudad, se constituyan en una fuente de significación renovadora que
disponga no sólo nuevas oportunidades para el encuentro entre las artes y sus
públicos, sino también, que ofrezcan alternativas para generar nuevas
propuestas que planteen una comprensión de la cotidianidad de nuestra ciudad
como referente indisociable para la producción artística.
Con base en estos criterios,
cada año Octubre Doce se propone ofrecer una oportunidad de abrir nuevos
escenarios para la producción del arte en la ciudad, que tenga como colofón la
vinculación de nuevos públicos que a su vez le confieran un sentido al
desarrollo de nuevos referentes estéticos. Los barrios populares de la ciudad
de Medellín y particularmente la comuna seis Doce de Octubre, se erigen como
referentes en tal sentido, abriendo un fructífero horizonte para la reflexión y
convirtiéndose en un escenario que se muestra deseoso para su exploración.
Octubre
Doce/11
Luego
de una suerte de esperanzadora calma que de manera intermitente hemos
experimentado las comunidades de los barrios más populares e históricamente más
vulnerables de la ciudad de Medellín, en tiempos actuales asistimos a una
especie de reminiscencia producto de diversos factores que retrotraen aquellos
momentos de expresiones violentas que al parecer no nos abandonan. Es ahora
evidente que en el último año el recrudecimiento de la violencia ha marcado
nuevamente la cotidianidad de las comunidades que se han dado en nombrar como
las más vulnerables; la presencia nuevamente de jóvenes y niños entregados al
dominio de las armas como alternativa de vida, el silencio como la imposición
de un velo que nos obnubila el panorama y, por supuesto, la muerte que como
corolario de tales expresiones no se hace esperar; son situaciones todas que
indiscutiblemente nos exhortan si no a soñar en la utopía de la reconciliación,
sí cuando menos a una reflexión profunda.
Respecto de este renacer del
sufrimiento que experimentamos hoy en esta, una ciudad que sabe de violencias, hemos
aprendido sin duda a disfrutar -acostumbrándonos- de tal situación que ya da visos
de espectáculo. Con el aislamiento que genera el silencio y la indiferencia de
la mayoría, hemos sabido, a lo mejor de manera inconsciente, desarrollar una
sólida coraza que ha conseguido al parecer que el dolor y la angustia del otro no entren más en el horizonte
de las preocupaciones estéticas, así por lo menos en el panorama local. Hemos
de tal modo generado un sinnúmero de estrategias de escapatoria a través de lo
que parece ser el desarrollo de un cierto nivel de tolerancia. Y de esta
tolerancia al dolor producto de la violencia no se escapa nadie. Todos hemos
sido cómplices. A lo mejor por pretender un olvido que lo único que ha podido
generar es cada vez más represión de aquello que en nosotros pugna por
exteriorizarse.
Los barrios populares de la
ciudad han aprendido no poca cosa acerca de las represiones, se ha venido
observando con una impavidez abrumadora de qué manera día a día la cotidianidad
de estos sectores es atravesada por el dolor de la pérdida, por la impotencia,
por la desazón que produce la indiferencia, por la incertidumbre que genera no
encontrar alternativas ¿Cómo reponernos de la angustia por la pérdida de un
hijo, de un hermano, de un padre, de un vecino? ¿Cómo levantarnos luego de
perder la tranquilidad de un hogar constituido con http://comunamic.260mb.com/1024x768/ciudad_norte/ciudad_norte.htmesfuerzo?
Estos son algunos de los dramas cotidianos que sellan el devenir de una
comunidad que sufre intensamente por la pérdida y el aislamiento. Se pierde los
seres queridos, se pierde fácilmente lo que ha requerido de años para ser
construido, se pierde la identidad, se pierde la libertad.
Así
pues, la formulación de nuevas iniciativas que tengan como objetivo confrontar
a través de la reflexión estas condiciones actuales en las que se ha visto
recientemente imbuida nuestra ciudad, y particularmente la comuna seis, se
constituye para nosotros en una necesidad de insoslayable compromiso. La manera
en que Octubre Doce se propone invitar a la reflexión por el devenir aislado de
nuestras comunidades, es través de la estructuración de propuestas que tengan
por objetivo la concepción de posibilidades de vida distintas, que las
condiciones actuales han impedido al menos imaginar. Se plantea, en suma,
proyectar nuevas visiones del mundo que a través de la exploración formal
propia del arte contemporáneo tengan como principio la resiliencia por la pérdida en el sentido antes expuesto, y como
punto de llegada la negación de la violencia.
De esta manera Octubre Doce
pretende hacer un llamado al arte: ¿Será posible acaso presentar alternativas
de vida a través de las formas artísticas a aquellas comunidades que parecen ya
haberlo visto todo? Queremos invitar ahora a la indagación por las
posibilidades de abrir una nueva perspectiva que no se agote en discursos
aislados de su contexto natural, que tengan, antes bien, un objetivo claro para
confrontar las expresiones de violencia encarnadas en el dolor de las personas que
deambulan por la cotidianidad de los barrios. ¿Pero cuáles son aquellos
escenarios naturales para la confrontación de las personas y su dolor por la
pérdida? La cotidianidad de los barrios marca cada espacio con una impronta
particular: la cuadra, la esquina, el parque, la tienda… en fin. De múltiples
maneras podríamos caracterizar cada espacio y establecer la dinámica que los
define. Sin embargo, la definición de los espacios cotidianos para el encuentro
con el arte dentro del barrio, más allá de los límites donde históricamente el
arte se ha sentido tan cómodo, deberá hacer parte de la propuesta que busque un
acercamiento concreto y ganará así contundencia según sea el escenario.
En este sentido se plantea
pensar sobre la base de estas cuestiones ¿Es posible una reconciliación luego
de experimentar el horror? ¿Puede el arte más allá de cualquier simplificación
en tanto que herramienta pedagógica o en cuanto que estrategia terapéutica,
aportar una nueva visión del mundo que permita recuperar espacios para la
reflexión respecto de la pérdida y el olvido?
Como ya debió haberse
intuido, no se trata de convertir pacientemente el sufrimiento en concepto
estético para verlo expresado a través de formas artísticas. En otras palabras,
no bastará sólo con estetizar bien sea el dolor, la pérdida o la angustia, se
hace necesario ahora confrontar todo ello con una realidad que efectivamente
duele. No basta únicamente con elaborar discursos y construir narrativas sobre
lo ya ocurrido, es necesario, además, procurar remembranzas por lo que aún no
ha acaecido. Es una posibilidad que se plantea hoy para el arte de nuestra
ciudad, que en última instancia procure por mostrar los diversos caminos de una
vida esperanzadora que reclama, en todo caso, experimentar una nostalgia por lo no ocurrido.